domingo, mayo 14, 2006


Cada cierto tiempo me veo obligado a hacer limpieza y reordenación de fondos en mi estudio. Para mi supone un trastorno absoluto. Siempre acabo diciendo que estaba mejor todo antes del seismo de fregonas y limpiacristales.

Lo que me interesa de este hecho, no muy diferente al que sucede en cualquier casa, es la oportunidad que tengo de reencontrarme con mi pasado a través de fotos perdidas, facturas antiguas, cartas de seudoamor y dibujos de una época indecisa, creativa y cargada de actividad.

En estos duros tiempos de crianza a veces uno pierde el rumbo. Te levantas por las mañanas hostigado por el despertador y cuando te acercas al espejo te quedas preguntándote quién es ese tipo calvo y enorme que ha pasado la noche con tu familia. Debe ser algún familiar de mi mujer, te respondes con total naturalidad. Le das los buenos días, te lavas los dientes y comienzas el tour.

La ocasión de poder observar quien fuiste no hace mucho y la inevitable y odiosa comparación con la actualidad supone un enfrentamiento directo del que no siempre se sale ganando.

He llegado a la conclusión que mi energía como la del cuento ese que se dice por ahí, no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Se ha transformado en dos pequeños proyectos de humanos energéticos y encantadores que constituyen la meta a corto, medio y largo plazo.
Pero claro, todo puede ser compatible y llevadero. Volviendo a comparativas científicas no quiero que este planteamiento se parezca a aquella teoría de los vasos comunicantes y cuanto más crezcan y ganen esplendor más hundido me vea yo. De eso nada. Si de algo sirve almacenar compulsivamente todo tipo de recortes y fotos es para que, llegado el momento me pueda remitir a ellos y sacar pecho ante el inexorable devenir del tiempo.

Ya no podré dejarme tupé como Elvis pero siempre me quedará la coleta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nice colors. Keep up the good work. thnx!
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