miércoles, mayo 10, 2006


La chica del pelo rojo da vueltas alrededor de la caja registradora en un pequeño negocio del centro comercial (templo). Vende artículos de plata y sólo cuenta con 2 metros cuadrados para moverse. La caja está en el centro. Cuatro vitrinas donde se muestran anillos, collares y pendientes acotan el espacio y confieren a este sitio un carácter de peepshow que estimula mis deseos primaverales y provoca que al final acabe comprando unos pendientes. Los pendientes en mi bolsillo y mis diez euros en su caja. Parece que quien pensó esta fórmula comercial no andaba muy descaminado y la máquina de hacer dinero mantiene engrasados sus ejes.

Un tipo siega malas hierbas en un espacio perdido y estéril de un polígono industrial en el fin del mundo. Parece más una tarea de castigo. El castigo de saber que tu esfuerzo no tienen ni tan siquiera la finalidad de enriquecer a otro, como suele pasar. El tipo parece tomarse en serio su trabajo. Su profesionalidad es envidiable y me quedo fijo observando sus movimientos. La próxima primavera será otro tipo quien arranque hierbas a golpe de lomo.
Las malas hierbas no escarmientan.

1 comentario:

soyaliki dijo...

Las malas hierbas ni escarmientan, ni se mueren. Solo estan aqui para jodernos un rato.