
En ocasiones la presión es tan insoportable que cualquier pequeño ruido provoca una reacción de agresividad desmedida que poco dice de mí.
Me transformo en un tipo despreciable. El calor sube desde las piernas. Los ojos se irritan y las mandíbulas se encajan como si masticara una rama de regaliz.
Detengo el mecanismo un momento por causa desconocida y me doy cuenta de que sólo yo me encuentro en este estado. Los demás mantienen sus constantes vitales a un buen ritmo.
Detengo el mecanismo un momento por causa desconocida y me doy cuenta de que sólo yo me encuentro en este estado. Los demás mantienen sus constantes vitales a un buen ritmo.
Me pregunto por qué me sucede esto y no llego a una conclusión firme. Puede que la causa de estos agobios desproporcionados se encuentre en la infancia pero la pereza es completa si nos referimos a esas remontadas en el tiempo así que decido pasar a otro tema. Prefiero buscar remedios a escudriñar las causas en el pasado.
Te sientas, respiras y es entonces cuando ves claramente que a nadie le importa esa hiperactividad y piensas que si todo el mundo canalizase las energías en función de sus aptitudes el mundo funcionaría a un ritmo mejor.
La productividad es el factor a tener en cuenta y yo lo único que produzco es un buen montón de espuma que sale de mi boca cada vez que la abro. Puede parecer una forma de rebeldía contra un sistema que me da y me quita, pero no es más que una simple cuestión hormonal.
Cara cara soy mal rival pero el peor enfrentamiento lo tengo dentro.
Me acuerdo de un hamster que tuvimos en casa. No le pusimos nombre porque ninguno confiaba en que aquella rata se asentase en el seno familiar. Así fue. Desde el primer momento mostró su carácter rebelde negándose a dar vueltas en la noria de su jaula. Mordía todo lo que pasaba a menos de 5 cm. de su nariz y al final consiguió escaparse al más puro estilo Houdini. Pensamos que se habría quedado en el mecanismo de la lavadora y que en poco tiempo el olor a rata muerta delataría su final. No fue así. Aquel hamster rebelde puso pies (patas) en polvorosa y nos dejó con la duda del padre que se pregunta qué ha hecho mal.
Me acuerdo del hamster con demasiada frecuencia.
1 comentario:
Olvida a ese hamster, que no deja de ser una rata asquerosa. Como he odiado a esos bichos siempre. Yendose simplemente os hizo un favor.
Ciao.
Magnana sera otro dia.
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