
No se si llamarlo destino, casualidad o simplemente “el hecho”. Lo cierto es que en el arranque precipitado de este diario intervienen varios factores.
El primero es la necesidad de saciar ese ímpetu creativo que en anteriores vidas (llámense así a etapas de esta misma en las que la creación era lo único que importaba) ya desarrollé y que nunca llevé a sus últimas consecuencias (tampoco creo que ahora vaya a pasar).
Un segundo hecho es la necesidad de contar cosas . Esa necesidad que nos une a todos los que como yo abren su modesto taller de ideas y comienzan un proyecto emocionante y generoso como es un weblog. Hasta aquí todo normal. Una nube que amenazaba mi escaso tiempo libre y que nunca me decidí a ahuyentar hasta que Luisito se partió la frente.
Luisito es mi hijo. Un personaje de poco más de un año, rudo, muy animal, tierno apasionado y excesivo en todos sus comportamientos que un buen día mientras tratábamos de unir varios trazos en un papel se cayó desde la silla. Se cayó desde mi regazo donde lo mal-sujetaba mientras dibujabamos. Cayó de cabeza; de frente concretamente. El ruido que hizo al caer provocó que se activaran todas las alarmas de mi maltrecho espíritu paterno. Pero con más fuerza si cabe esas alarmas reventaron cuando giré su cuerpo para ver el presupuesto chichón y encontré el bolígrafo que estábamos usando clavado en su frente. Luisito acostumbra a solucionar todas sus trifulcas a cabezazo limpio. Su frente es dura como el casco de uno de esos jugadores de football americano. Su poca pericia a la hora de aterrizar hace que no use el tren de aterrizaje (llámenle manos) correctamente. En cambio su frente hace de amortiguador frontal en este tipo de vuelos que tan frecuentemente suele desarrollar. Con esto quiero decir que estabamos acostumbrados a chichones y magulladuras frentiles. Pero nada comparado a la imagen de ese bolígrafo queriendo hacer llegar a Luisito todos esos dibujos que minutos antes compartíamos por vía intercraneal directa.Este suceso me ha hecho pensar en todas esas cosas que hecemos como mi hijo. A frente partida, una y otra vez. Ese ímpetu tan propio de nuestros clan de humanoides testarudos que nos obligan una y otra vez a entrar por el orificio pequeño teniendo miles mucho mayores y confortables por donde pasar. La imagen del bolígrafo es una metáfora, una llamada de la selva hacia mi persona ávida de emociones y falto de un proyecto ideológico con el que identificarme y comunicarme. Cómo quedarse mudo. Tendremos que hacer algo.
Así que en estas estamos. Inaugurando este Frente Partida con la única intención de contaros mis deseos en primera persona sin pudor y sabiendo que quizás alguien mira desde detrás de la mirilla con la intención de descubrirse a si mismo en boca de otro.
1 comentario:
querido vigilante alias señor f lo de luisito fue sólo un punto de partida de algo que ya se movía por aquí dentro. Me gustaría verte por aquí frecuentemente. Es una buena excusa, no te parece?
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